Mamá, papá, ¿qué es la guerra?
Es probable que en estos últimos días hayamos oído esta pregunta o alguna similar en relación con la reciente invasión de Rusia en Ucrania. Las noticias están por todas partes y salen a todas horas. Tarde o temprano, a nuestros hijos les llegará la curiosidad y, también, el miedo. Dependiendo de la edad, pueden entender que algo malo está pasando, que hay personas en peligro y que incluso hay personas que mueren. Se preguntan si eso existe de verdad, quieren saber dónde está ocurriendo, si es cerca de casa y si a nosotros también puede pasarnos. Según la edad, también pueden entender que hay soldados luchando que mueren, y que esos soldados tienen familia. Se preguntan si su padre o su madre se pueden morir también. Surgen una serie de inseguridades, dudas, preguntas y miedos que deben ser abordadas por nosotros, los adultos, como algo normal a lo que dar respuesta. Pero, ¿hasta dónde debo responder?
La opinión de los expertos es clara: hasta que el niño quede satisfecho con la respuesta. No debemos omitir información si está preparado para procesarla. Eso sí, no debemos dar datos que no nos piden o que pueden herir su sensibilidad. Por ello, es bueno que adaptemos la información que vayamos a dar a la edad de nuestro hijo.
Antes de los 5 años
Hasta los 4 o 5 años, los niños no tienen un concepto real de la muerte y lo que implica. Saben que la muerte existe, pero no son aún conscientes del todo de que eso supone una pérdida para siempre. Seguro que en niños de esta edad habréis observado algún juego que, a vuestro parecer, es muy «violento». Se inventan que hay sangre, disparos, bombas y soldados, les llaman la atención los zombis y las calaveras, puede que jueguen a quitar la cabeza a muñecos o que diseccionen una mosca para ver si aún se mueve. Estos «experimentos» y juegos aparentemente sádicos no son más que el producto de la curiosidad y la inconsciencia de lo que supone el sufrimiento y la muerte. Cuando a esta edad preguntan sobre la guerra, su interés se centra en los soldados y las batallas.
Si ven algo más en las noticias, por ejemplo, sobre refugiados, preguntará qué son, y verán que pueden ser niños como ellos. No será infrecuente que aporten soluciones para ellos muy lógicas: «se tienen que ir a vivir a otro sitio que no haya guerra y ya está», o «tienen que comprar una casa nueva porque la suya está destruida». Puede que aún no perciban el sufrimiento que eso supone. Por el contrario, puede haber niños que ya perciban que eso es peligroso, que esa gente tiene que escapar de bombas y sangre, y que si eso también les puede pasar a ellos o a sus familias, especialmente si ya están rondando los 6 años. En este caso, debemos explicarles que una guerra es un problema muy serio, que pone en peligro la vida de las personas, pero que los gobiernos de todo el mundo está intentando solucionarlo. Que no está ocurriendo cerca de casa, pero que si algún día ocurriese, nosotros, como padres, los protegeremos siempre, y que no les va a pasar nada. Con ello, estaremos fomentando su sensación de seguridad. Los niños necesitan percibir que su entorno es seguro. De no ser así, manifestarán ansiedad, pesadillas, problemas de sueño o de comportamiento.
Entre los 5 y los 10 años
Hacia los 9 o 10 años, los niños comprenden qué es un conflicto social, el daño que ocasiona un arma, qué es un ejército y qué significa la muerte. Tienen mayor capacidad para entender lo que ocurre en un conflicto y las necesidades de las personas que se ven inmersas en él. También ellos necesitan sentirse seguros, por lo que debemos garantizarles que siempre les daremos protección. Puede que a esta edad recibamos preguntas algo más comprometidas e «incómodas». Siempre debemos responder y satisfacer la curiosidad, en un tono calmado y sereno. Debemos admitir si no conocemos la respuesta a alguna pregunta, intentar buscar información adicional si puede servir de ayuda, o transmitir que, a veces, hay sucesos incomprensibles. Podemos aprovechar su mayor consciencia para fomentar la empatía hacia las poblaciones en guerra. Hablar de como se pueden estar sintiendo al abandonar sus hogares y pertenencias, su país y empezar de cero en un lugar desconocido.
También podemos acordar con ellos qué podemos hacer para ayudar: recoger objetos o juguetes que podamos donar, material escolar, ropa, medicamentos y alimentos que podemos llevar a alguna ONG.
En la adolescencia
Ya en la adolescencia, la capacidad de comprensión es muy amplia, incluso empiezan a forjarse los primeros ideales políticos propios, y opiniones personales sobre el conflicto o los gobernantes. En esta etapa es muy importante escuchar. Tienen mucho que decir, y necesitan nuestra escucha activa. Podemos aportar mucha información que puede que no tengan, corregir posibles distorsiones, manifestar nuestra propia postura (tanto si coincide con la de ellos como si no) y, por supuesto, respetar sus ideas. Deben tener la sensación de libertad a la hora de expresarse. Puede resultar muy buena idea buscar juntos la manera de ayudar a los países afectados, aportando ayuda humanitaria o colaborando con entidades dedicadas a ello.
En todas estas etapas podemos enfatizar valores como la convivencia, el respeto, la empatía y la defensa de los derechos de todas las personas. Son aspectos a forjar en el día a día, pero en una situación de guerra, podemos (y debemos) afianzar y reforzar dichos principios. Nuestros hijos necesitan ver que, pese a todo, estamos con ellos.
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